Delegar… es otro trabajo
June 19, 2011
Simple…
June 19, 2011

Revolución nº 1

Supón que hoy recibes la siguiente circular por correo-e, dirigida a todos los miembros de tu empresa y firmada por la Dirección General (D.G.) con el siguiente (y lacónico) contenido:“Con efectividad inmediata queda terminante prohibido en nuestra empresa utilizar el “tiempo” como excusa o explicación de que una tarea o acción no ha podido ser realizada. Te deseo un gran día”.

Te propongo el siguiente ejercicio. Abre un documento Word y vuelca tus reflexiones sobre las consecuencias que esta medida tendría en tu empresa. Es decir, en las relaciones de jefes y colaboradores, pero también entre miembros de igual jerarquía. ¿Qué cosas cambiarían? ¿Qué inconvenientes y qué beneficios? ¿Cómo te afectaría a ti? ¿Qué expectativas tiene la D.G.? ¿Se trata de una tontería o adivinas implicaciones profundas y consecuencias revolucionarias?

Escribe lo que se te ocurra y (sólo) después sigue leyendo. ¡Ya!
Tal vez hayas escrito “no pasaría nada especial” o puede ser que hayas completado más de una hoja y consideres esa circular como el inicio de una Revolución (si quieres compartir envíalo como un Comentario).

El tiempo ocupa el primer lugar en el Top10 de las excusas
Puede que no hayas reparado en el gran número de veces que la escuchas y la dices, porque apenas somos conscientes de lo que decimos o hacemos ya que utilizamos frases hechas y reaccionamos en “automático (como sabes uno de los principios que gobierna nuestra cerebro es el de la economía energética).

Culturalmente nuestra sociedad tiene muy asimilado el concepto de que nuestros resultados son función, principalmente, del tiempo (¿tendrá esto algo que ver con el último lugar en productividad que ocupan nuestras empresas en la lista europea?)

Así contestamos, continuamente, con un ‘no he tenido tiempo’ cuando alguien nos recuerda o reclama una promesa, compromiso o acuerdo que habíamos alcanzado.

Nos parece una explicación absolutamente correcta y suficiente. Todos la hemos utilizado tantas veces que nuestra cultura “acepta” la falta de tiempo como una explicación válida. No es necesario añadir nada más, porque parece claro que “si hubiera tenido tiempo” habría cumplido mi compromiso.

Es tan potente que es “tolerada” por nuestros jefes (posiblemente porque ellos la utilizan también cuando la “trasladan” hacia más arriba…”y cuela”).

Es una explicación fenomenal porque, además de válida y suficiente, nos exonera de cualquier responsabilidad. No somos responsables de la violación del acuerdo. La “culpa” es del tiempo, que no tiene nada que ver conmigo.

Funciona tan bien que la utilizamos igualmente para decir No. Por ejemplo:

  • Oye Pepe necesito…(tal cosa)
  • Lo siento Luisa, “no tengo tiempo” (o la variante lastimera: “es que no doy abasto”)

Las malas noticias
Entonces, ahora que han quedado prohibidas estas explicaciones, ¿cuáles darás? Porque tu jefe te las seguirá pidiendo (las necesita para pasarlas hacia arriba).

¿Cómo le explicarás que el informe prometido no está terminado, ni la gestión realizada, ni las acciones o tareas planificadas para ayer?

Va a ser duro. Para tu jefe también, porque se ha acabado el jueguecito “protector” que os habíais montado y que tan bien funcionaba: que si no tengo tiempo, que si no doy abasto…

¿La alternativa realista pasa por reconocer que no eres tan eficaz como creías y que la forma en la que ‘Gestionas tus acciones’ es claramente mejorable? Sí, tus Acciones, no tu tiempo (porque ahora esa excusa está prohibida)

Las buenas noticias
Descubrir (y reconocer) que son tus Acciones las que determinan tus resultados (no el tiempo) va a significar un cambio fundamental en tu productividad.

Tomar consciencia de que tú sí puedes gestionar lo que haces (y lo que no haces), cuando lo haces y cómo lo haces, te descubrirá el enorme poder personal de que dispones y te permitirá hacerte responsable y autor de tus resultados. Ello te dará acceso directo al despegue y disfrute de tu autoeficacia.

Controlar los acontecimientos (en lugar de estar controlado por ellos) no sólo disparará tu proactividad sino que, además, hará que te sientas más sosegado. Lo que retroalimenta tu productividad.

Resumen
La prohibición de tu D.G. ha abierto la ventana de una nueva oportunidad: reconocer que la productividad no está relacionada con el tiempo, sino con lo que haces (tus Acciones).

Cuando, eventualmente, no estés cumpliendo un acuerdo o compromiso, responderás a tu jefe con las acciones que elegiste hacer en su lugar, y eso os permitirá una conversación sobre prioridades si fuera necesario.

La misión principal de un jefe es establecer (y comunicar) expectativas y alinear intereses y prioridades…para ayudarte a incrementar tu productividad, es decir, tus resultados (que “causalmente” son los suyos).

¡Adiós Tiempo! ¡Hola Acciones!
Jaime Bacás, Director de Productividad-Personal