Si se formaran bandos a favor de uno u otro concepto, con seguridad se dividirían las opiniones y se encontrarían argumentos validos para cada uno de ellos. Entonces, ¿qué hacer? ¿Cuál es el mejor camino a seguir?
Un Presidente de una importante Empresa de Servicios respaldaba su estilo de dirección autocrático con los resultados financieros que obtenía año tras año. “El buen trato amaña y baja la guardia de las personas. Disminuye la concentración y relaja las acciones”. Si una empresa se midiera solo por los resultados financieros, el estilo de dirección autocrático sería el ejemplo a seguir. Pero, ¿dónde queda la satisfacción de los clientes y el clima laboral interno? Si no se tienen en cuenta, los clientes y empleados se irán irremediablemente, no darán lo mejor de sí y aportarán lo mínimo. Tarde o temprano esto también se verá reflejado en los resultados financieros. ¿La recomendación? ¡Buscar el equilibrio!
Otro importante ejecutivo de una destacada empresa de telecomunicaciones mostraba con orgullo los altos índices arrojados por la encuesta de clima laboral. “La cultura se centra en las personas, en su libertad de participación y toma de decisiones. Aquí los jefes no eligen a su gente sino la gente elige a sus jefes”. Y cómo se comportan. ¿Los resultados organizacionales, la fluidez y agilidad de los procesos? Si no se tienen en cuenta la felicidad y alto nivel de satisfacción de los empleados no se verá reflejada en la coordinación de las tareas ni en la obtención de los objetivos propuestos. ¿La recomendación? ¡Buscar el equilibrio! Menos consentimiento y más efectividad.
Existen personas tan tacañas con su dinero que no lo disfrutan en vida. Otras en cambio, son tan amplias en su manejo, que nunca obtienen nada importante. Si se dejan muy sueltos los hijos se pierden y si se mantienen amarrados se bloquea su desarrollo. Una fruta debe comerse en su momento, ni biche ni pasada. La clave reside en la búsqueda del equilibrio en todo lo que parecemos, somos y hacemos. Como dice el dicho: “Ni tan cerca que queme al Santo ni tan lejos que no lo alumbre”.
Sin importar la orilla en que nos encontremos, tomemos siempre nuestro volante para girar levemente hacia la otra orilla y posicionarnos en la mitad, en el equilibrio perfecto. ¿La forma de hacerlo? Siendo flexibles ante el cambio y las posiciones diferentes, siendo conscientes del sitio que ocupamos y ocupan los demás, deseosos de experimentar y de ampliar nuestras capacidades y destrezas. No se trata de disminuir lo que tenemos actualmente sino de adicionar nuevas herramientas y aptitudes.
El mejor antídoto para la timidez es la acción y experimentación. Para la tristeza es la risa y el optimismo, para la rigidez es el deporte y la movilidad, para el mal genio es la dulzura, para lo agrio es el azúcar, para el incumplimiento es la anticipación, para la rebeldía es la asignación de responsabilidad, para la amplitud es la profundidad y para la profundidad es la amplitud.
La receta es realizar lo opuesto a lo que normalmente estamos acostumbrados para atenuar la influencia de nuestro estado actual y equilibrar nuestros hábitos. Luego, con el tiempo y la práctica podremos de manera consciente virar nuestro volante hacia la izquierda o derecha, de acuerdo con nuestra necesidad. Veamos un ejemplo: “Queremos mejorar nuestro pesimismo hacia la vida”. El opuesto del pesimismo es el optimismo y éste es el antídoto que en altas dosis debemos adicionarle a nuestra vida. ¿Cómo hacerlo? Adicionando palabras y pensamientos positivos, todas las mañanas iniciar con algunas frases que nos alienten y motiven para el nuevo día, todas las noches perdonar nuestros fracasos y convertir los problemas en oportunidades, en todas las acciones proyectar resultados mejores y aún exagerados, mirar bien lejos y esperar siempre lo mejor.
En toda estrategia, tradicionalmente nos han enseñado que debemos apoyarnos en nuestras fortalezas y proteger nuestras debilidades. Si un equipo de fútbol es bueno para manejar el balón pero no tiene mucha estatura física, se esperaría que toquemos el balón muy cerca del suelo y lo elevemos lo menos posible. Sin embargo, si no equilibramos las debilidades con las fortalezas y logramos el equilibrio, tarde o temprano nuestros competidores nos van a atacar por donde más nos duele y vamos a perder. ¿La solución? En el caso del ejemplo del fútbol, el ideal es incluir en el equipo algunas personas de más estatura para evitar que nos jueguen por arriba y nos metan goles de cabeza. En la vida, debemos siempre procurar la búsqueda del equilibrio.
Cuando saciamos nuestras necesidades básicas o superiores, la mayor satisfacción se logra justo un momento antes de que rebosen y se desperdicien. Nunca debemos comer hasta que nos llenemos totalmente, ni hablar más de la cuenta, ni relajarnos en exceso, ni preocuparnos demasiado. Todo tiene una justa medida. Recordemos que “todo exceso es vicioso”. No es malo jugar en el casino pero sí lo es cuando se realiza todos los días. No es dañino el dulce pero sí lo es cuando se consume en abundancia. No es perjudicial el miedo sino cuando nos impide el movimiento. La naturaleza nos da constantes pruebas del equilibrio requerido para que todos vivamos en armonía. La cadena alimenticia de los animales funciona a la perfección para consumir y ser consumidos entre sí, y así evitar la extinción o la sobre población. Cuando se rompe el equilibrio se llega al caos y a la destrucción.
En el ámbito laboral, existe el estilo de liderazgo situacional, que se acomoda a las necesidades de cada persona y equipos de trabajo. Algunos requerirán mayor supervisión y otros libertad. Aquellos necesitarán más seguimiento y éstos menos. Algunas Oficinas podrán tomar sus decisiones directamente y otras deberán consultar. Algunas decisiones se podrán tomar en consenso y otras deberán asumirse directamente por el Líder. La participación debe alentarse hasta el justo momento previo en que afecte la agilidad de las acciones. El trabajo en equipo debe incentivarse sin que duplique las actividades o genere redundancia. El desorden mesurado puede contribuir a la creatividad pero si se convierte en caos, afectará la fluidez de los procesos.
¿Cómo lograr el equilibrio? Integrando los Opuestos, haciéndolos convivir en armonía, siempre sumando y nunca restando, ampliando nuestra visión sobre las cosas, aceptando la diversidad y respetándola, complementando y no fraccionando, practicando y experimentando, con apertura y curiosidad infinita, con paciencia y persistencia. La Observación y Consciencia son fundamentales para el Crecimiento, la Aventura y Movilidad son esenciales para el Cambio. Disfrutemos e incentivemos el hábito del cambio de roles, para asumir nuevas posiciones que le adicionen valor a las actuales.
Por ello y por mucho más, me he vuelto el defensor más férreo del Equilibrio, elevarlo al grado de Competencia y promoverlo en todos los ámbitos. Un banco no puede sobrevivir si capta más dinero del que coloca o viceversa. Un ser humano tampoco lo puede hacer, si da más de lo que recibe o viceversa. Tampoco se debe gastar más de los ingresos obtenidos, ni odiar más del amor entregado, o reír menos de las lágrimas derramadas. Todos debemos buscar el Equilibrio de Pensamiento, Sentimiento y Obra. Nunca debe parar su búsqueda y debe convertirse en la constante permanente. Es la mejor receta y la mejor manera de ser felices y hacer felices a los demás. Es la mejor fórmula hacia el éxito individual y colectivo.
Autor: Juan Carlos Medina
Fuente: rrmagazine.com