Lo mejor de cada ser humano involucrado en el rescate de los mineros en Chile estuvo al servicio de una causa superior. Cada cual liberó su esencia más preciada para convertirla en una “Fenix” más, en una cápsula de vida. ¿Qué ocurre cuando todos liberamos ese lado bueno y lo colocamos junto al de los otros? ¿Hasta dónde podemos llegar?
Un Presidente decidido, enérgico e inclaudicable; una Primera Dama especialista en orientación familiar, que trabajó con las esposas de los atrapados. Sebastián Piñera y Cecilia Morel asumieron la causa nacional con dos consignas que pregonaron:”Dijimos que no nos rendiríamos y cumplimos” y “cuando somos golpeados por la adversidad surge el alma verdadera.” Lo mejor de ambos inspiró a un país para transitar, según sus palabras, de la angustia a la esperanza y de ésta a la felicidad. ¡Liderazgo, determinación, ejemplo, sensibilidad, responsabilidad!
El mundo quedó impresionado por la perfección del operativo del rescate. El excelente manejo de cada detalle evidenció la dedicación, la creatividad, la profundidad de pensamiento y el compromiso del que es capaz un equipo multidisciplinario y multinacional que trasciende a los delirios de poder, fama y egoismo. Cada experto liberó al máximo su talento, capacidad de trabajo y generosidad para salvar las vidas de 33 hombres.
Las familias se internaron en la profundidad de su mina de amor. Muchas se unieron más, otras perdonaron sus diferencias y todas soportaron la inclemencia del tiempo para convertir la extrema aridez del desierto de Atacama, en un manantial de fe en el campamento Esperanza. Liberaron su fuerza espiritual y con ella taladraron las rocas para llevar a sus seres amados un aliento diario para regresar a sus brazos.
Los mineros estaban prisioneros físicamente, pero desde los primeros días se despojaron de todo aquello que haría más pesada la carga. Entonces surgió lo más grandioso de cada uno. Regresaron a su naturaleza más pura: compañerismo, ser buenas personas, aferradas a sus familias y a su Fe en un Ser Supremo. En adelante, caminarán por el mundo recordándonos la receta básica a veces olvidada: unión, camaradería, disciplina, compasión por el prójimo, humildad, servicio, persistencia, asustar los miedos, humor y esperanza ante la adversidad.
Finalmente, los mil millones de humanos que presenciamos el rescate por la televisión, también dejamos fluir sentimientos solidarios y lágrimas de alegría ante el encuentro de los tenaces mineros con sus seres amados.
Si nos conmovimos ante esas escenas, es porque todos estos actores nos recordaron que poseemos una mina interior de la que debemos rescatar lo mejor, lo esencial de lo que somos, para liberarlo al servicio de los demás y pasar así, de sobrevivir a vivir.
Autor: Germán Retana